top of page

En muchas ocasiones hace falta tan solo una frase para que un libro despierte
tu curiosidad, veamos si estas lo consiguen...

«Tan solo desearía poder borrar todo lo malo que nos ha pasado, todas las malas decisiones que los dos hemos tomado… Éramos tan perfectos al principio.»

«—Parece que a tu amiga le gusto.

—A mi amiga le gustan todos, así que no te creas especial —reprocho demasiado borde.

—¿Estás celosa?

—No digas estupideces, Ryder. ¿Quieres algo o solo has venido a hacerme perder el tiempo? —Apoyo los codos frente a él y finjo una sonrisa igual de falsa que todas las que le he dedica hasta ahora.

—Te quiero a ti, Alexis.

—No estoy en venta. Lástima para ti. —Le sigo el rollo.

—No quiero comprarte.

—¿Y qué quieres?

—Una hora contigo. Solo eso.»

«Sentía que el orgasmo ya no era suficiente, aún había una parte de mí que no llegaba a correrse del todo. Eso cambio con el primer asesinato.»

«—¿Quién es Hell? —pregunto mirándolas a las tres.

—Hell Ivankov —comienza Meg—. Hijo del hombre más cruel que pisa esta tierra, Vladimir Ivankov. El vor de la mafia rusa. ¿Sabes lo que es la mafia?»

«—¿Qué piensas hacer, Savannah? Lo que te he mostrado hoy solo en una pequeña parte de todo lo que podrías tener si te quedas conmigo. Si decides formar parte de mi mundo. 

—Yo no tengo nada que ver con todo lo que te rodea, Mason. Las fotos, los rumores, las fiestas… Yo no sabría cómo sobrellevar todo eso. Solo hace unos días que llegué a esta ciudad del… pecado, y mírame. Muerta de miedo y llena de dudas.»

«Veo de reojo cómo los demás alumnos levantan la cabeza, haciendo de nosotros el centro de atención.

Mi mandíbula se tensa por tal humillación, y no dudo un momento en coger el bolígrafo que tiene sobre la mesa y hacer una equis sobre el papel, tachando el examen de esquina a esquina.

—Está suspendida. Puede salir de mi clase, señorita Mills —le invito con la mano.

—¿Sabe? —Se levanta y habla más alto de lo normal, asegurándose de que todos la escuchen— Debería usted probar a follar un poco más, quizá así se le quitaría esa cara de amargado.»

«—Ya que no me dejas comerte el coño, déjame ver cómo sabes.

Lleva mi mano hasta su boca y se mete mis dedos, los recorre con su lengua y vuelve a cerrar los ojos unos segundos hasta que los saca y se relame.

—Tal y como imaginaba, gatita. Deliciosa. ¿Qué te pasa? —pregunta cuando intento forcejear para que me suelte—. Oh, perdona. ¿Pensaste que iba a dejar que te corrieras en mi cara sin dejarme hacer nada?»

«—Anoche se nos fue la situación de las manos…

—A nosotros siempre se nos van las cosas de las manos. ¿Todavía no te has dado cuenta?»

«—Tengo veintiún años, Ryder. A ver cuando te enteras de que no necesito a nadie para darme placer —dice mientras llega con una mano hasta sus bragas.»

«—No creas que he olvidado lo de aquella noche en Calgary con esa chica.

—Ni yo tus tetas pegadas a la ventana hace unas cuantas mañanas.»

«—Una piscina climatizada. ¿Hay algo en lo que no haya pensado, señor Elliott?

—Espero que no —me levanta de repente y ambos caemos al agua.

—Joder, que buena está. Que calentita —digo cuando saco la cabeza.

—Tú eres la que está buena y yo el que está caliente —se acerca a mí cual animal que acecha a su presa.

—Ah, ¿sí? ¿Tan caliente estas? —pregunto con tono sugerente.

—¿Lo has hecho alguna vez en una piscina? —nada hasta mi lado y me acerca a él.»

«Acaricio su espalda mientras la beso con ternura y con buenas intenciones. Intenciones que se van a tomar por el culo cuando mueve la cadera y el interior de sus muslos roza contra mi bragueta. No entiendo cómo se ha puesto un vestido en pleno enero, pero así es ella, siempre en contra de lo normal.

—Sería tan sencillo follarte ahora mismo, pequeña —murmuro arrastrando los labios por la piel de su cuello—. Bastaría con hacer a un lado tus bragas y apretarte contra mí.

—Ah, ¿sí? A ver… enséñame cómo lo harías.»

«Un chico malo es lo último que necesito ahora mismo, aunque un buen polvo no me vendría nada mal… Joder, el último fue lamentable.»

«Si te soy sincero, nunca he perdido la esperanza en nosotros, llámame iluso.»

«—¿A dónde irás? —La miro aprovechando que estamos en un semáforo parados.

—Eso no es problema tuyo. Me desafía con la mirada.

—Te equivocas. Tú eres mi problema desde que me he cargado a dos tíos por ti.»

«—Mi mundo es peligroso. No quiero enamorarme ni tener novia porque entonces mis enemigos tendrían con qué atacarme. Mi chica sería mi punto débil y no puedo permitir eso.

—Pero algún día tendrás que tener novia. Además, el amor no es algo que se pueda controlar…»

bottom of page